El contexto que enmarca las políticas educativas en América Latina y en general en el mundo es bastante semejante, de la cual el Perú con el actual Gobierno no escapa a esta realidad.
Existen diversos diagnósticos que evidencian esta realidad, y que ello es corroborado por el informe acerca de la Democracia en América Latina del PNUD. Este señala que en nuestros países persiste una realidad que podría graficarse en la figura de un triangulo en que se juntan tres vértices, es decir, tres dimensiones que en el Perú es más que una realidad.
Una de esas dimensiones es la que surge luego de las dictaduras que imperaban en la región (en el caso del Perú dictaduras militares y civiles), que se caracteriza por la presencia de democracias electorales, pero donde la democracia es más formal que real, más representativa que participativa, mas individual que social, y cada vez más tiene como común denominador, la exclusión que impide la participación de los sectores sociales y sus demandas, un claro ejemplo de ello en el Perú fueron los sucesos de la Amazonía.
La segunda, es la pobreza que no ha sido resuelta, en que proliferan empleos cada vez mas informales y leyes laborales que propician la flexibilización y la desprotección como es el caso del Magisterio peruano mediante la Ley de Carrera Pública Magisterial, y de los/las trabajadores / as, sumando a sistemas de jubilación y de seguridad social precarios e injustos, que constituyen la característica común.
La tercera es la desigualdad, ya que nuestra sociedad se encuentra entre las más inequitativa del mundo.
Lo objetivo es que nuestra “democracia”, que ha tenido que guiarse por el modelo de ajuste neoliberal, no ha solucionado los problemas, por el contrario, ha mantenido pobreza y desigualdad como características permanentes.
Así entonces, nuestra “democracia” enfrenta el desafío de su aparente estabilidad, por ello el actual Gobierno pretende hacer parecer que los que pensamos y opinamos diferente a su modelo Económico Neoliberal somos los que queremos “Desestabilizar la Democracia” pero esta es una democracia pobre y desigual, en la cual grandes sectores de nuestra población vive en pobreza y sufren aberrantes desigualdades.
Es esta realidad, la que provoca que nuestra sociedad viva alto grado de violencia, inseguridad, y se manifiesten poderes facticos, económicos, financieros y empresariales que funcionan como lobbies par que el diseño de las políticas públicas se concreten de acuerdo con sus propios intereses. Realidad compleja si se añaden los fenómenos del narcotráfico, la cultura de la corrupción y la impunidad.
No se busca la integración de nuestro pueblo a partir de una acción decidida de nuestro gobierno. En muchos casos para resolver problemas internos se generan cortinas de humo distrayendo la atención de los problemas principales señalados en base a las dimensiones descritas líneas arriba, se levanta un nacionalismo falso, supuestamente defendiendo la soberanía, pero no se reacciona ante la invasión cultural propia de la globalización que aplasta y no privilegia nuestra identidad.. Y lo que es peor, se permite el uso de nuestro territorio par que las fuerzas armadas americanas instalen bases militares.
El tema de fondo es que se requiere un modelo económico diferente al impuesto por el consenso de Washington a nuestra nación, y es esa búsqueda la que empieza a cursar en nuestro país que se resume en esa gran consigna nacional “La gran Unidad para el gran Cambio que requiere nuestro país”, con un Proyecto Nacional de Desarrollo, Asamblea Constituyente y una nueva Constitución, que permita enfrentar la globalización neoliberal.
En el marco de la política educativa, a partir de los años 90, comienza a vivir un cambio de paradigma que se mantiene vigente y que ha afectado principalmente a la educación pública.
Del Paradigma de la concepción humanista que privilegiaba la educación pública como espacio democratizador y de integración social, se impone ahora otro sustentado por la economía y una visión neoliberal, que sobrepone lo privado por sobre lo público y privilegia la economía por sobre la democracia.
Este giro subestimo la complejidad de los problemas que enfrenta la educación en una transición de época, con nuevos desafíos sociales, ambientales y de desarrollo. Esta complejidad de los procesos educativos en el nuevo contexto quedo reducida a una cuestión de gestión basada en principios conductistas y neoliberales.
El profundo cambio que se empieza a vivir en estos últimos treinta años con economías globalizadas y de mercado, profundizan las dinámicas competitivas. De este modo la visión de la educación inspirada en la economía, en sus teorías de acción, de gestión, de aprendizaje y de evaluación, se ha constituido en el nuevo sentido común que es animado por nuestras elites políticas, culturales, económicas y mediáticas.
Ello trae como consecuencia el predominio de políticas educativas orientadas a potenciar la gestión de los actores que participamos en el proceso educativo, fundada en un sistema basado en controles, estímulos y amenazas, que tiene como esencia la gestión desde “afuera” así como nuevos mecanismos de control social a los cuales se supeditan todas las otras políticas.
El resultado y las consecuencias de este nuevo paradigma han significado que nuestro sistema educativo se encuentre estancado, aumentando cada vez más su segmentación, con sistemas de educación pública desmantelados y sin ejecución del Proyecto Educativos Nacional; mientras que los profesores y profesoras son sistemáticamente desvalorizados y por lo mismo, se encuentran tensionados, desmoralizados o desmotivados en medio de una vocación que resulta difícil de sostener.
Pero es la realidad del mundo entero la que ha cambiado vertiginosamente en estos años, en que como hemos señalado, los proyectos de desarrollo nacional tienden a desaparecer por las economías globalizadas. Por ellos se asumen políticas educativas que privilegian el mercado y la libertad de enseñanza, menoscabando la educación como derecho humano, transformándola en un servicio que debe competir en el mercado y cuya “calidad” depende de las posibilidades económicas de cada familia.
Podemos señalar que se pueden distinguir tres generaciones de reformas diferentes:
La Ley General de Educación, que fue dictada para ponerse a tono con el capitalismo globalizado, es decir que intenta desarrollar un sistema educativo acorde con los modelos de países desarrollados.
La descentralización neoliberal, que tiene su expresión más paradigmática, con la municipalización y privatización de la educación.
Contrarreformas Educativas, producto de la crisis fiscal, y que apuntan a una racionalización de recursos desde una perspectiva neoliberal, que significan en algunos casos el desmontaje de los elementos más progresistas que se habían ganado en algunas leyes y en otras organizan directamente el termino del derecho a la educación como derecho humano.
Estas han contado con el patrocinio del Banco mundial, a partir del discurso de potenciar calidad educativa, pero entendida en términos de eficiencia y eficacia.
Este nuevo paradigma neoliberal, propiciado además por la Organización para la Cooperación del Desarrollo Económico (OCDE), comienza a afectar el diseño de las políticas educativas centrando su esfuerzo principal en el logro de la calidad, pero asumida como resultado de pruebas estandarizadas que se convierten en sinónimo de calidad de la educación, convirtiéndose el concepto de calidad en sinónimo de buen rendimiento en estos test.
El único resultado de este tipo de mediciones es hacer lo competir escuelas, docentes y estudiantes en el mercado educativo, restringiendo el carácter integral de la educación, pues en la práctica lo que se tiende a enseñar es lo que se evalúa, es decir los aprendizajes medibles en determinadas asignaturas. Ello tiene como efectos concretos la despedagogización y la desprofesionalización.
Las practicas pedagógicas tienden así a centrarse en el entrenamiento para obtener buenos resultados en las pruebas, y lo que es peor, el Estado se desresponsabiliza de asegurar una buena educación, pues entrega dicha responsabilidad los actores, culpabilizando a las escuelas, a los padres, a los profesores y a los propios estudiantes de los resultados de aprendizaje.
El nuevo programa propicia el camino de la despedagogización, se reduce la pedagogía solo a la función de preparar para las pruebas y obtener buenos resultados en las mismas, y se supone que la base de la acción educativa es la disciplina que se enseña, y por lo tanto, cualquier otro profesional que tenga conocimientos similares o supuestamente mayores que un docente en una determinada área del currículo estaría en condiciones de ejercer la docencia.
Cada vez más la escuela que conocimos y continuamos defendiendo, nuestra escuela pública gestora de ciudadanía democrática esta mas acorralada. De las competencias sociales y de la formación integral que buscábamos como maestros, nos enfrentamos a las competencias sociales y de la formación integral que buscábamos como maestros, nos entendidos como las exigencias disciplinarias mínimas del conocimientos que permitirían a nuestros alumnos y alumnas insertarse en la sociedad globalizada.
Del mismo modo, se diseñan políticas de control que afectan seriamente la autonomía profesional ya que el profesorado se ve sometido a la presión por cumplir metas ligadas a subir puntajes en las pruebas estandarizadas, lo que provoca en los docentes altos niveles de angustia y de estrés, y promueve también la competencia entre docentes por obtener incentivos económicos ligados a resultados de desempeño.
Estas reformas de contenido neoliberal han afectado profundamente nuestras sociedades y han golpeado, sin que logremos percatarnos plenamente, nuestras escuelas, los procesos de enseñanza y aprendizaje, nuestro rol docente, y las tareas tradicionales que impulsaban nuestros sindicatos.
Estos problemas concretos debieran hacer reflexionar a la sociedad en su conjunto respecto a la necesidad de estructurar movimientos pedagógicos sólidos, capaces de reencantar la necesidad de luchar por una educación pública que permita la profundización real de nuestras democracias y que en definitiva sean nuestros pueblos los que resuelvan los modelos de desarrollo y el tipo de ser humano que debiera estar formándose en nuestras aulas.
Ello significa enfrentar y tratar temas cruciales como son la formación docente, la exigencia de condiciones profesionales de trabajo, la necesidad de la evaluación del desempeño docente de carácter formativo, la estructuración de carreras profesionales.
Por otra parte, cuando se vive una cultura global que incorpora modelos ajenos y extraños y que se desprecia sistemáticamente nuestras raíces, debiera también buscarse el rescate de nuestros valores, y la defensa real de nuestra soberanía y de nuestros recursos naturales.
Por todo ello, en el actual momento histórico, la pedagogía es un nuevo espacio social y profesional de lucha, y es esta una tarea que implica un enorme desafío a nuestra sociedad. En otras palabras, se trata de hacer política desde el mundo social y desde la educación.
HAMER VILLENA ZÙÑIGA
SECRETARIO GENERAL DEL CEN DEL SUTEP
Existen diversos diagnósticos que evidencian esta realidad, y que ello es corroborado por el informe acerca de la Democracia en América Latina del PNUD. Este señala que en nuestros países persiste una realidad que podría graficarse en la figura de un triangulo en que se juntan tres vértices, es decir, tres dimensiones que en el Perú es más que una realidad.
Una de esas dimensiones es la que surge luego de las dictaduras que imperaban en la región (en el caso del Perú dictaduras militares y civiles), que se caracteriza por la presencia de democracias electorales, pero donde la democracia es más formal que real, más representativa que participativa, mas individual que social, y cada vez más tiene como común denominador, la exclusión que impide la participación de los sectores sociales y sus demandas, un claro ejemplo de ello en el Perú fueron los sucesos de la Amazonía.
La segunda, es la pobreza que no ha sido resuelta, en que proliferan empleos cada vez mas informales y leyes laborales que propician la flexibilización y la desprotección como es el caso del Magisterio peruano mediante la Ley de Carrera Pública Magisterial, y de los/las trabajadores / as, sumando a sistemas de jubilación y de seguridad social precarios e injustos, que constituyen la característica común.
La tercera es la desigualdad, ya que nuestra sociedad se encuentra entre las más inequitativa del mundo.
Lo objetivo es que nuestra “democracia”, que ha tenido que guiarse por el modelo de ajuste neoliberal, no ha solucionado los problemas, por el contrario, ha mantenido pobreza y desigualdad como características permanentes.
Así entonces, nuestra “democracia” enfrenta el desafío de su aparente estabilidad, por ello el actual Gobierno pretende hacer parecer que los que pensamos y opinamos diferente a su modelo Económico Neoliberal somos los que queremos “Desestabilizar la Democracia” pero esta es una democracia pobre y desigual, en la cual grandes sectores de nuestra población vive en pobreza y sufren aberrantes desigualdades.
Es esta realidad, la que provoca que nuestra sociedad viva alto grado de violencia, inseguridad, y se manifiesten poderes facticos, económicos, financieros y empresariales que funcionan como lobbies par que el diseño de las políticas públicas se concreten de acuerdo con sus propios intereses. Realidad compleja si se añaden los fenómenos del narcotráfico, la cultura de la corrupción y la impunidad.
No se busca la integración de nuestro pueblo a partir de una acción decidida de nuestro gobierno. En muchos casos para resolver problemas internos se generan cortinas de humo distrayendo la atención de los problemas principales señalados en base a las dimensiones descritas líneas arriba, se levanta un nacionalismo falso, supuestamente defendiendo la soberanía, pero no se reacciona ante la invasión cultural propia de la globalización que aplasta y no privilegia nuestra identidad.. Y lo que es peor, se permite el uso de nuestro territorio par que las fuerzas armadas americanas instalen bases militares.
El tema de fondo es que se requiere un modelo económico diferente al impuesto por el consenso de Washington a nuestra nación, y es esa búsqueda la que empieza a cursar en nuestro país que se resume en esa gran consigna nacional “La gran Unidad para el gran Cambio que requiere nuestro país”, con un Proyecto Nacional de Desarrollo, Asamblea Constituyente y una nueva Constitución, que permita enfrentar la globalización neoliberal.
En el marco de la política educativa, a partir de los años 90, comienza a vivir un cambio de paradigma que se mantiene vigente y que ha afectado principalmente a la educación pública.
Del Paradigma de la concepción humanista que privilegiaba la educación pública como espacio democratizador y de integración social, se impone ahora otro sustentado por la economía y una visión neoliberal, que sobrepone lo privado por sobre lo público y privilegia la economía por sobre la democracia.
Este giro subestimo la complejidad de los problemas que enfrenta la educación en una transición de época, con nuevos desafíos sociales, ambientales y de desarrollo. Esta complejidad de los procesos educativos en el nuevo contexto quedo reducida a una cuestión de gestión basada en principios conductistas y neoliberales.
El profundo cambio que se empieza a vivir en estos últimos treinta años con economías globalizadas y de mercado, profundizan las dinámicas competitivas. De este modo la visión de la educación inspirada en la economía, en sus teorías de acción, de gestión, de aprendizaje y de evaluación, se ha constituido en el nuevo sentido común que es animado por nuestras elites políticas, culturales, económicas y mediáticas.
Ello trae como consecuencia el predominio de políticas educativas orientadas a potenciar la gestión de los actores que participamos en el proceso educativo, fundada en un sistema basado en controles, estímulos y amenazas, que tiene como esencia la gestión desde “afuera” así como nuevos mecanismos de control social a los cuales se supeditan todas las otras políticas.
El resultado y las consecuencias de este nuevo paradigma han significado que nuestro sistema educativo se encuentre estancado, aumentando cada vez más su segmentación, con sistemas de educación pública desmantelados y sin ejecución del Proyecto Educativos Nacional; mientras que los profesores y profesoras son sistemáticamente desvalorizados y por lo mismo, se encuentran tensionados, desmoralizados o desmotivados en medio de una vocación que resulta difícil de sostener.
Pero es la realidad del mundo entero la que ha cambiado vertiginosamente en estos años, en que como hemos señalado, los proyectos de desarrollo nacional tienden a desaparecer por las economías globalizadas. Por ellos se asumen políticas educativas que privilegian el mercado y la libertad de enseñanza, menoscabando la educación como derecho humano, transformándola en un servicio que debe competir en el mercado y cuya “calidad” depende de las posibilidades económicas de cada familia.
Podemos señalar que se pueden distinguir tres generaciones de reformas diferentes:
La Ley General de Educación, que fue dictada para ponerse a tono con el capitalismo globalizado, es decir que intenta desarrollar un sistema educativo acorde con los modelos de países desarrollados.
La descentralización neoliberal, que tiene su expresión más paradigmática, con la municipalización y privatización de la educación.
Contrarreformas Educativas, producto de la crisis fiscal, y que apuntan a una racionalización de recursos desde una perspectiva neoliberal, que significan en algunos casos el desmontaje de los elementos más progresistas que se habían ganado en algunas leyes y en otras organizan directamente el termino del derecho a la educación como derecho humano.
Estas han contado con el patrocinio del Banco mundial, a partir del discurso de potenciar calidad educativa, pero entendida en términos de eficiencia y eficacia.
Este nuevo paradigma neoliberal, propiciado además por la Organización para la Cooperación del Desarrollo Económico (OCDE), comienza a afectar el diseño de las políticas educativas centrando su esfuerzo principal en el logro de la calidad, pero asumida como resultado de pruebas estandarizadas que se convierten en sinónimo de calidad de la educación, convirtiéndose el concepto de calidad en sinónimo de buen rendimiento en estos test.
El único resultado de este tipo de mediciones es hacer lo competir escuelas, docentes y estudiantes en el mercado educativo, restringiendo el carácter integral de la educación, pues en la práctica lo que se tiende a enseñar es lo que se evalúa, es decir los aprendizajes medibles en determinadas asignaturas. Ello tiene como efectos concretos la despedagogización y la desprofesionalización.
Las practicas pedagógicas tienden así a centrarse en el entrenamiento para obtener buenos resultados en las pruebas, y lo que es peor, el Estado se desresponsabiliza de asegurar una buena educación, pues entrega dicha responsabilidad los actores, culpabilizando a las escuelas, a los padres, a los profesores y a los propios estudiantes de los resultados de aprendizaje.
El nuevo programa propicia el camino de la despedagogización, se reduce la pedagogía solo a la función de preparar para las pruebas y obtener buenos resultados en las mismas, y se supone que la base de la acción educativa es la disciplina que se enseña, y por lo tanto, cualquier otro profesional que tenga conocimientos similares o supuestamente mayores que un docente en una determinada área del currículo estaría en condiciones de ejercer la docencia.
Cada vez más la escuela que conocimos y continuamos defendiendo, nuestra escuela pública gestora de ciudadanía democrática esta mas acorralada. De las competencias sociales y de la formación integral que buscábamos como maestros, nos enfrentamos a las competencias sociales y de la formación integral que buscábamos como maestros, nos entendidos como las exigencias disciplinarias mínimas del conocimientos que permitirían a nuestros alumnos y alumnas insertarse en la sociedad globalizada.
Del mismo modo, se diseñan políticas de control que afectan seriamente la autonomía profesional ya que el profesorado se ve sometido a la presión por cumplir metas ligadas a subir puntajes en las pruebas estandarizadas, lo que provoca en los docentes altos niveles de angustia y de estrés, y promueve también la competencia entre docentes por obtener incentivos económicos ligados a resultados de desempeño.
Estas reformas de contenido neoliberal han afectado profundamente nuestras sociedades y han golpeado, sin que logremos percatarnos plenamente, nuestras escuelas, los procesos de enseñanza y aprendizaje, nuestro rol docente, y las tareas tradicionales que impulsaban nuestros sindicatos.
Estos problemas concretos debieran hacer reflexionar a la sociedad en su conjunto respecto a la necesidad de estructurar movimientos pedagógicos sólidos, capaces de reencantar la necesidad de luchar por una educación pública que permita la profundización real de nuestras democracias y que en definitiva sean nuestros pueblos los que resuelvan los modelos de desarrollo y el tipo de ser humano que debiera estar formándose en nuestras aulas.
Ello significa enfrentar y tratar temas cruciales como son la formación docente, la exigencia de condiciones profesionales de trabajo, la necesidad de la evaluación del desempeño docente de carácter formativo, la estructuración de carreras profesionales.
Por otra parte, cuando se vive una cultura global que incorpora modelos ajenos y extraños y que se desprecia sistemáticamente nuestras raíces, debiera también buscarse el rescate de nuestros valores, y la defensa real de nuestra soberanía y de nuestros recursos naturales.
Por todo ello, en el actual momento histórico, la pedagogía es un nuevo espacio social y profesional de lucha, y es esta una tarea que implica un enorme desafío a nuestra sociedad. En otras palabras, se trata de hacer política desde el mundo social y desde la educación.
HAMER VILLENA ZÙÑIGA
SECRETARIO GENERAL DEL CEN DEL SUTEP
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MIENTRAS HAMER VILLENA MANIFIESTA QUE LA DEMOCRACIA ES MAS FORMAL QUE REAL Y QUE POR LO TANTO ES UNA FALSA DEMOCRACIA, LOS CONARE PUGNAN POR DEMOCRATIZACION DE LA SOCIEDAD PERUANA, ES DECIR POR FORTALECER LA FALSA DEMOCRACIA.
AL FINAL SI QUEREMOS SER CONSECUENTES CON EL LENINISMO , DEFENDER CUALQUIER FORMA DE DEMOCRACIA EN LOS MARCOS DEL SISTEMA , ES DEFENDER A UN TIPO DE ESTADO Y POR LO TANTO A UNA MAQUINARIA DE OPRESION DE UN CLASE POR OTRA Y ESO QUIEREN LOS CONARISTAS CUANDO MANIFIESTN DEMOCRATIZACION DE LA SOCIEDAD PERUANA.EL DEBATE ESTA ABIERTO
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